El pino canario y las erupciones de Cumbre Vieja (1949, La Palma). Adaptación al volcanismo

  1. Miranda García-Rovés, José Carlos Miranda García-Rovés
Dirigida por:
  1. Luis Alfonso Gil Sánchez Director/a

Universidad de defensa: Universidad Politécnica de Madrid

Fecha de defensa: 26 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Emilia Gutiérrez Merino Presidente/a
  2. Juan Manuel Rubiales Jiménez Secretario/a
  3. Kerstin Treydte Vocal
  4. Guillermo Gea Izquierdo Vocal
  5. José María Fernández-Palacios Martínez Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El pino canario lleva conviviendo con el volcanismo desde hace al menos 13,5 millones de años. Entre los daños más extendidos durante las erupciones se encuentran: la emisión de elementos nocivos como el mercurio; la acumulación y depósito de cenizas volcánicas que generan defoliación, pérdida de ramas y enterramiento de la vegetación; y el impacto de los piroclastos, que eliminan la copa y desgajan o causan heridas en los troncos. Ante este tipo de daños volcánicos, el pino canario dispone de la capacidad de rebrotar y de duraminizar la madera expuesta en las heridas. En primer lugar, se planteó el estudio de los efectos a medio y largo plazo de las emisiones nocivas de mercurio así como los daños de defoliación y traumatismo del tronco. Para ello se localizaron 4 pies supervivientes a la erupción de Hoyo Negro de 1949 en la isla de La Palma, se apearon y se extrajeron rodajas transversales. En ellas se analizaron las concentraciones de mercurio, y se realizaron análisis dendrocronológicos y de isótopos estables (carbono y oxigeno), para estudiar tanto la posible entrada de mercurio, como las respuestas anatómicas y fisiológicas a la perturbación volcánica. Por otro lado, se aproximaron los daños de defoliación y traumatismo en planta de 8 años, con el objetivo de estudiar la utilización de reservas y de nuevos fotoasimilados en el proceso de recuperación a corto plazo. Con este fin, se midieron las concentraciones de carbohidratos no estructurales en distintos órganos en momentos diferenciados de la recuperación, así como la determinación del ratio isotópico 13C/12C. De manera complementaria se tomaron mediciones de la eficiencia en el uso del agua y de tasas de crecimiento radial. Los resultados muestran los procesos que ocurren en el pino canario desde el momento de la erupción hasta la recuperación de los daños causados. Tras la erupción, en el pino canario se concatenan una serie de procesos: i) se detiene su crecimiento radial (entre 3 y 16 años), de manera que se disminuye el consumo de carbohidratos en un proceso que no aporta ventajas a la planta mientras esta no recupere cierto volumen de copa; ii) la secreción de resina y duraminización de las heridas abiertas evita la pérdida de agua y la entrada de xilófagos y patógenos iii) se movilizan las reservas que se encuentran mayoritariamente en las raíces (órgano poco dañado durante las erupciones). Durante la parada de crecimiento radial, los carbohidratos son invertidos en la recuperación de la copa, permitiendo el restablecimiento de la actividad fotosintética que restituye las reservas utilizadas. Una vez recuperado un determinado volumen de copa, reinicia el crecimiento radial, sin mostrar diferencias en los incrementos anuales, ni en la fisiología en los anillos posteriores a la erupción, comparados con los años previos a la misma. Del mismo modo, los crecimientos post-eruptivos tampoco muestran una mayor concentración de mercurio, aunque sí quedó registrado un aporte puntual el año de la erupción en las heridas del tronco. Es gracias a las estructuras y mecanismos que posee el pino canario (rebrote, duramen, parénquima axial, cese de crecimiento radial, almacén de almidón en las raíces) por los que es capaz de sobrevivir a las erupciones donde otras especies morirían, mostrando de esta manera su adaptación al volcanismo.