Canarias y la identidad cultural atlántica. Fundamentos teóricos a través del pensamiento, la literatura y el arte

  1. Puente Reyes, Antonio
Supervised by:
  1. Juan Manuel García Ramos Director
  2. Álvaro Ruiz Rodríguez Co-director

Defence university: Universidad de La Laguna

Fecha de defensa: 23 July 2024

Committee:
  1. Alicia Llarena González Chair
  2. Nieves María Concepción Lorenzo Secretary
  3. José Marrero Henríquez Committee member
Department:
  1. Filología Española

Type: Thesis

Teseo: 847657 DIALNET

Abstract

Hacia el final de sus vidas, William Shakespeare (1564-1616), en La tempestad (1611), su última obra teatral, y Miguel de Cervantes (1547-1616), en el episodio de La ínsula Barataria -de la Segunda parte del Quijote (1615), publicado un año antes de su muerte- coincidieron en adoptar un escenario insular. Aunque se trata de islas paródicas y dislocadas -que Cervantes, sitúa, incluso, en el corazón peninsular, en el término aragonés de Alcalá de Ebro, a 300 kilómetros del mar- cabe enmarcarlas en el entonces incipiente Nuevo Mundo. En La tempestad, se alude a la proximidad de las Bermudas, y sus protagonistas, Próspero y Calibán, han sido secularmente abordados como arquetipos del conquistador y conquistado. Y Cervantes, que, como está documentado, ambicionó, en balde, algún puesto en las colonias de ultramar, urde su sátira en una ínsula tan disparatada -y con un honrado (al tiempo que analfabeto: un hombre tan sin letras) Sancho Panza como gobernador insólitamente dimisionario-, que cualquier vericueto del relato es útil para ilustrar la peculiar "ambivalencia" de las islas que conforman lo que se ha dado en llamar la "Comarca cultural atlántica". A partir del legado insular de ambos mitos de la literatura occidental, se busca recomponer aquí la fisonomía de unas islas inmersas en lo que Seamus Heaney llamó "los seculares poderes del tormentoso Atlántico"; acaso, porque, a diferencia del Mediterráneo (considerado en ambas tramas como la Tierra Firme de sus duques respectivos), no es un mar sino un Océano, o, en todo caso, un mar medi-oceánico... Y, bajo el paraguas de las tesis de ambos clásicos coetáneos -en plena caída del Renacimiento y en los albores de la criollización al otro lado del océano- se contrastan, materiales de autores insulares de las diversas latitudes, tomando siempre al Archipiélago (conforme al acotamiento de la presente tesis doctoral (Canarias y la identidad cultural atlántica...) como lógico punto de llegada y de partida. Así pues, es clave el estudio comparativo de los diversos creadores canarios que, de un modo más implícito o expreso, han abordado la condición insular, tanto desde un punto de vista endógeno como universal. Sobre la base del propio cuño de Comarca cultural atlántica (expresamente desarrollado por el escritor y catedrático Juan Manuel García Ramos y el poeta Manuel Padorno, entre otros), es imprescindible contrastar las tesis de destacados autores de principios del siglo XX, en las denominadas Vanguardias históricas, en torno a las aglutinadoras revistas Gaceta de Arte y La Rosa de los Vientos -capitaneadas por Eduardo Westerdahl y Juan Manuel Trujillo, respectivamente- con las de destacados interlocutores surgidos hacia finales del siglo, sobre todo a partir de la Transición a la Democracia. Autores como Agustín Espinosa, Pedro García Cabrera Domingo Pérez Minik o Andrés de Lorenzo-Cáceres, entre otros, conformarán ese crisol identitario, al contraste con escritores de las últimas décadas, como los citados Manuel Padorno y Juan Manuel García Ramos, junto a Ángel Sánchez, Eugenio Padorno o Andrés Sánchez Robayna, entre otros. Del mismo modo, esa voluntad de profundizar en la identidad del entorno es extensible a artistas plásticos, muy especialmente Óscar Domínguez, en las vanguardias, y a quienes pueden ser catalogados como sus más aventajados herederos, el pintor Manolo Millares y el escultor Martín Chirino, que, igualmente, hallaron en mundo aborigen y del paisaje insular sus fuentes de universalidad. Esa investigación primordial sobre los creadores canarios que inciden en una definición atlántico-universal del Archipiélago se complementa con contrastar las aportaciones teóricas de autores insulares atlánticos de otras latitudes que han incidido, asimismo, en sus autodefiniciones respectivas. Así, autores cubanos, como José Lezama Lima y su Teleología de lo insular, Nicolás Guillén, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Severo Sarduy, Antonio Benítez Rojo o Rafael Rojas, entre otros; antillanos de otras lenguas, como Derek Walcott o Aimé Césaire, quien, en Una tempestad, reubicó la obra de Shakespeare en el Caribe; o irlandeses, como James Joyce, Samuel Beckett o el citado Seamus Heaney, quienes, desde su común trastierro, argumentaron la imposibilidad de abandonar la isla. La misma preeminencia del espacio (geográfico) e irrelevancia de lo temporal (histórico) que Cervantes y Shakespeare otorgan a sus islas respectivas, se observa como un gran denominador común en las regiones insulares del vasto Océano Atlántico; esas que André Breton, el padre del Surrealismo, llamó -desde Tenerife- zonas ultrasensibles de la Tierra.