La casa es el umbral. Sobre la noción de habitar en el pensar de Martin Heidegger
- Moreno Gutiérrez, Rafael
- Iñaki Marieta Hernández Zuzendaria
- Antonio Pérez Quintana Zuzendarikidea
Defentsa unibertsitatea: Universidad de La Laguna
Fecha de defensa: 2017(e)ko abendua-(a)k 15
- Teresa Oñate Zubía Presidentea
- Ciro Mesa Moreno Idazkaria
- Jaime Aspiunza Elguezabal Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
Todo habitar implica una distancia, un "respecto a", una relación, un no-ser lo mismo pero (y por) “estar referido a”; y así también una opacidad, una no identificación y un no agotamiento de lo posible. Todo ello se deja decir con el “entre” (zwischen) que Heidegger encontró en Hölderlin y que podríamos asumir diciendo que la condición de posibilidad de cualquier enunciación (y, con ello, de cualquier ente) no es nada lleno (no es otro ente), sino el enlace por vía de la diferencia ontológica. Por lo tanto, todo habitar es un punto de llegada desde una procedencia, desde un lugar al que pertenecemos, desde una casa, tal y como Heidegger habla del lenguaje como espacio donde cabe el manifestarse de nuestros habitares concretos gracias a una peculiar partícula copulativa que cumple la simple y decisiva función gramatical del enlace, del nexo, del paso del sujeto al predicado, dejando espacio a lo ente que manejamos y quedando la cópula como nada más (como nada menos) que el umbral de la casa. Habitar es, entonces, la acción y el efecto de espaciar, que abre vías, que es acción histórica, acontecida en el espacio de juego del tiempo. Así, no es que haya un tiempo en el que a posteriori quepa insertarse para dar espacio a las cosas que son, sino que el habitar, entendido aquí como acción espaciadora, da tiempo y espacio y, con ello, genera habitación. Una habitación que solo puede llegar a ser tal porque fuera, más acá de que haya otro espacio también definido como “lo que no está dentro”, hay (es gibt) un no-lugar productivo y esenciante, lo unheimlich, lo inhabitable de un umbral que es nuestro lugar más propio. Que este lugar no pueda ser reducido a coordenadas físico-matemáticas no es pretexto para el “existencialismo” o la “inefabilidad”, sino para otras dos cosas: por un lado, para el desmontaje, por violenta e ilegítima, de toda casa que se pretenda autofundada, firme e ilimitada; y por otro lado, para el esfuerzo de construcción de casas que sí se hagan cargo de sus límites, que sean capaces de acoger y explicitar la indisponibilidad de su fondo. En una palabra, el pensar de Heidegger hace notar que es la radical exterioridad de la diferencia ontológica la razón de ser de todo interior.