Miocinas y atrofia cerebral en el paciente alcohólico
- Romero Acevedo, Lucía
- Carlos Emilio González Reimers Director
- María Candelaria Martín González Codirectora
Universidad de defensa: Universidad de La Laguna
Fecha de defensa: 23 de febrero de 2018
- Francisco Santolaria Fernández Presidente/a
- Onán Pérez Hernández Secretario/a
- Alicia Conde Martel Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La miopatía crónica alcohólica es una entidad extremadamente frecuente ya que se ha descrito en una proporción variable (entre 40-60%) de pacientes alcohólicos inveterados. Esta entidad se caracteriza por atrofia de las fibras musculares, especialmente de las fibras tipo II, con debilidad muscular, que puede llegar a ser incapacitante. En su patogenia influye el efecto directo del alcohol, inhibidor de la síntesis proteica, y generador de apoptosis, existiendo menor concordancia en lo que respecta a la degradación muscular, y al papel asociado de la alteración hormonal propia del paciente alcohólico avanzado (hipercortisolismo; hipogonadismo; alteración de la vitamina D). Por otro lado es muy frecuente que el alcohólico presente atrofia cerebral y/o atrofia cerebelosa, así como deterioro cognitivo. De nuevo el etanol ejerce efectos directos e indirectos involucrados en el desarrollo de esta atrofia, además de las alteraciones vitamínicas clásicas asociadas al alcoholismo severo (por ejemplo el déficit de tiamina o de niacina). Así se ha visto que el alcohol inhibe la neurogénesis, tanto a nivel del hipocampo como de la corteza prefrontal. El exceso de TNF alfa asociado al consumo crónico de etanol también altera la neurogénesis, pero sobre todo causa neurodegeneración; el incremento del consumo de oxígeno y el daño oxidante asociado al metabolismo del etanol también causa neurodegeneración. Además se activa el HIF por las alteraciones en el consumo de oxígeno generadas por el metabolismo del etanol en el cerebro. El incremento del HIF aumenta la expresión de factores que incrementan la permeabilidad (como VEGF y PDGF), lo que promueve el paso de hematíes a través de la barrera hematoencefálica; los microtraumatismos asociados al estilo de vida propio del alcohólico inveterado, que facilitan el depósito de hierro intraparenquimatoso y los efectos derivados de la acción oxidante del mismo, y el efecto asociado a citocinas proinflamatorias como IL-6 contribuyen también, junto a otros factores, a la lesión cerebral del alcohólico. Recientemente a este complejo sistema de mediadores bioquímicos capaces de lesionar al cerebro hay que añadir la posible acción del FGF23 y sobre todo su correceptor el alfa Klotho, por mencionar sólo algunos de los muchos mediadores bioquímicos que están siendo objeto de investigación activa en la actualidad. Muchos de los factores señalados anteriormente derivan y/o aumentan su expresión con la actividad muscular. Tal es el caso del BDNF, del FGF23, miostatina, entre otros. Por su origen muscular estas citocinas reciben el nombre genérico de miocinas. Dada la elevada frecuencia de miopatía alcohólica crónica antes reseñada y de atrofia cerebral en estos mismos pacientes, es tentador especular con la posibilidad de que exista un vínculo patogénico entre ambos fenómenos y que obedezca en parte a la alteración del comportamiento de estos mediadores poco (o nada) estudiados en la patología alcohólica a la que hacemos referencia.