La voz guagua ‘autobús’¿Lexicalización de nombre propio?

  1. Marcial Morera
Revista:
Lingüística

ISSN: 1132-0214 2079-312X

Año de publicación: 2018

Volumen: 34

Número: 1

Páginas: 61-87

Tipo: Artículo

DOI: 10.5935/2079-312X.20180005 DIALNET GOOGLE SCHOLAR lock_openAcceso abierto editor

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Resumen

Resumen: Se pasa revista en este estudio a tres de los aspectos más característicos de la voz caribeña y canaria guagua, al tiempo que se actualiza la información que los lexicógrafos nos han proporcionado hasta ahora sobre ella. En primer lugar, el asunto de su significación, considerando las distintas orientaciones de sentido que la misma ha desarrollado a lo largo de la historia. En segundo lugar, su particular evolución dentro de los linderos geográficos que la ciñen: desde Cuba, al resto del Caribe, Guinea Ecuatorial y Canarias; desde Gran Canaria o Tenerife, al resto de las islas del archipiélago canario, el antiguo Sahara español y Cartagena (España). Y, en tercer lugar, su siempre problemática etimología, tan expuesta, por su incertidumbre, a todo tipo de especulaciones más o menos verosímiles.

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Al llegar a tierras canarias, la voz guagua se encontró con dos competidores referenciales más o menos poderosos. De un lado, la lexía compleja coche de hora, con que se venía designando al ómnibus interurbano (en principio, de caballos) desde por lo menos el siglo XIX, y al que solía hacer competencia desleal el coche pirata, que la Academia Canaria de la Lengua define literalmente como “en las islas de Gran Canaria y Tenerife, coche que se dedicaba al transporte de personas entre los pueblos y la capital, pero que además recogía pasajes por el camino, servicio para el que no estaba autorizado, pues era competencia de la guagua o del coche de línea” (Academia Canaria de la Lengua 2010: s. v. pirata)xxv. De otro, el más moderno derivado jardinera, que, además de designar el ‘furgón de carga que se enganchaba en la parte trasera del tranvía’xxvi, se había especializado también, por extensión semántica, en la designación del ómnibus de tracción mecánica independientexxvii, que tan práctico resultaba, por “su manejo sencillísimo y su extraordinaria facilidad para sortear toda clase de obstáculos y frenar cuando era necesario”, según se indica en el Diario de Tenerife, en su número del 1 de julio de 1902xxviii. Con ninguno de los dos se planteó conflicto grave en primera instancia. Con coche de hora, porque, a juzgar por lo que escriben los citados Millares en el 1924 y Pancho Guerra en la década de los cincuenta de ese mismo siglo, guagua se especializó desde el principio en el sentido de ‘autobús o microbús urbano’, en tanto que coche de hora mantuvo su hegemonía en el ámbito del transporte interurbano (Pancho Guerra 2016: s. v. guagua). Con jardinera tampoco hubo conflicto serio, pues guagua vino a resolver el problema de ambigüedad que provocaba a veces el doble sentido de aquella. Así, mientras que jardinera a secas podía entenderse tanto en el sentido de ‘furgón de carga enganchado en la parte trasera del tranvía’ como en el sentido de ‘ómnibus de tracción mecánica independiente’, jardinera guagua solo podía entenderse en este último sentido. Hasta tal punto resultó efectiva la colaboración semántica que comentamos, que el primer gremio de autobuses de Gran Canaria, que se funda en el año de 1929, combina ambas denominaciones en la forma Jardineras Guaguas.

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